Además del concepto de la “nada”, el Zen es mi concepto favorito. La naturaleza no dual del Zen
hace que sea, a la vez, profundo y carente de sentido. Si te fijas en el típico libro espiritual de esta categoría, verás que puedes encontrar el Zen de lo que sea que imagines. La lista no tiene fin:
El Zen de los cupcakes, El Zen de la tormenta de nieve, El Zen de esto y El Zen de lo otro. Y ¿por qué no? Zen es una palabra que suena muy bien. Así que se trata de una mirada a su realidad oculta que carece de significado. El Zen se puede aplicar a prácticamente todo. Es útil por la capacidad que tiene de señalar a la nada.
¿Por qué es importante la nada?
La nada es la fuente de todo bien. La nada es la fuente del éxtasis, del gozo y la paz. Es motivo suficiente para tratar de comprender el Zen. Jamás lo comprenderás, pero si ves lo desesperado de tu búsqueda, eso hará que la búsqueda, que carece de sentido, valga la pena. Todos para el Zen y el Zen para todos.
La profundidad del Zen está en que es, al mismo tiempo, todo y nada. El Zen es aquello que estamos buscando, sin importar la forma que tenga. Somos exploradores del Zen, aunque no nos hayamos afeitado la cabeza ni vivamos en un templo. Yo me he afeitado la cabeza, pero el único motivo es que mi cabello es tan fino que se ve ridículo si lo dejo crecer.
Con cada momento, con cada respiración, estamos en su núcleo, en una aventura Zen. Por supuesto, la mayoría de nosotros no percibe la vida así. Incluso algunos parecen estar completamente equivocados, sin embargo, eso es el Zen, fingiendo que está equivocado.
El Zen del Despertar se basa en la práctica de la exploración del Silencio, que se encuentra en la raíz del Zen.
Hay muchas tradiciones. La que practico yo es sumamente Zen, sin embargo, si te la encontraras por la calle, seguramente no la reconocerías como Zen. El motivo es que la imagen del Buda no se anuncia en el sentido tradicional.
A veces utilizo la imagen de Buda para representar el aspecto Zen de esta enseñanza, porque para mí Buda es el símbolo de ser Zen. Sin embargo, la imagen del Buda es sólo un anuncio. No es sacrílego, sino que apunta al corazón del Zen. “Para ver al Buda, tienes que matar al Buda” (su imagen, no al propio Buda): es la máxima aspiración de la búsqueda espiritual. Comenzamos y terminamos en el Zen, que se encuentra antes y después de la imagen del Buda.
En otras palabras, no hay nada más que Zen. No importa cómo enfoquemos este tema, ya que todo tiene que ver con el Zen, tal y como es. Eso es la Enseñanza del Uno.
En primer lugar, permíteme sincerarme. Tengo una historia profusa con el Zen, y he recibido entrenamiento intenso en permitir, en explorar el silencio y no tomarme las cosas en serio, sin embargo, no pienses, por favor, que soy Budista Zen. Sé que Paramananda suena a Budista, pero la experiencia que he tenido con el budismo me viene, más bien, de vidas anteriores, si es que crees en eso. Así que si me preguntas acerca del budismo, lo más probable es que mi respuesta sea “no lo sé”. Soy fan de Buda, pero no practico el budismo, por lo que no sé mucho acerca de la teoría o los tipos de prácticas budistas. He oído que la conciencia o plenitud mental está bien. Yo juego con el vacío mental o la no‑mente. Esto, además, es sencillo si tu punto de partida es uno con poca mente.
Yo practico el Zen de la nada. No pertenezco a ninguna escuela de Zen en el sentido formal, ni he pasado tiempo, por así decirlo, con los conocidos Maestros Zen que escribieron el “Libro” del Zen. Habiendo dicho esto, puedo decir que he pasado tiempo con grandes maestros del Zen, aunque rara vez mencionen el término Zen.
La riqueza de la tradición y el entrenamiento que ha continuado revelándose a sí misma está sólo en la exploración del silencio tal y como es. Claro que hay algunas formas externas relacionadas con la tradición, pero la propia tradición señala a través de todas ellas. Aquello a lo que apunta o señala, se llama Quietud o Silencio. Cuando jugamos con el silencio podemos ver el gozo, que es la esencia del Zen. Este es el Buda sonriente, el que jamás se toma nada en serio.
Explorar el Zen tiene que ver con saborear este silencio, sin pensar en él, y sin analizarlo. Pensar nos lleva a ser serios, y esto nos llevará a comer más cupcakes; aunque comer cupcakes también es Zen.
El mejor regalo, es un regalo vacío. Si crees que obtendrás algo de este artículo aparte del gozo del Zen, te pido disculpas, porque no tengo la intención de ofrecerte nada más que eso.
La práctica del Zen
Existen millones de tipos de prácticas y meditación. La meditación puede significar tantas cosas diferentes para diferentes personas, que es una locura. Cuando mencionas la meditación, esto puede evocar imágenes relacionadas con el esfuerzo, con tratar con todas tus fuerzas de parar la mente, con la posición del loto, y con cantar el Om. El objetivo de la meditación es ver la vida tal y como es, sin distorsiones.
¿Sabías que la mente Zen (la no-mente) ya está quieta? Ríe como el Buda porque no hay nada que tomarse en serio. Los pensamientos, las emociones, las ideas vienen y van, pero el vacío permanece inalterado, y puede que incluso esté disfrutando del espectáculo. ¿Te ha parecido alguna vez que el drama de otra persona es gracioso? Así es vivir como el Buda sonriente, porque toda la energía de tomarte tu mundo a pecho se ve como si fuera parte de la función de otro. Al silencio de espíritu le cuesta tomarnos en serio cuando observa el circo que tenemos en la cabeza.
En cierta medida, todo es una práctica Zen, incluso respirar es una práctica Zen. ¿Te llevará la práctica Zen de comprar y adquirir zapatos de última moda a despertar a tu naturaleza Zen? Probablemente no, pero ¡cruza los dedos si lo que te gusta son los zapatos!
Todo puede convertirse en una práctica Zen, sin embargo, tener una práctica como, por ejemplo, estar alerta o consciente resulta útil, ya que te da ese enfoque unidirigido hacia el Zen tal y como es. Si lo hacemos de otra forma, podemos caer en la práctica del Zen disperso. El Zen disperso es lo que la mayoría de la gente practica en este momento en el mundo. No estoy quitándole valor a esta práctica; tampoco estoy diciendo que no sea Zen: también es Zen.
El Zen disperso, es un Zen disperso y desenfocado. Se esparce sobre todas las cosas y objetos que el mundo nos ofrece. En este sentido, se puede decir que todos los que habitan el mundo están meditando en algo en este momento. La pregunta es: ¿En qué estás meditando tú?
En la mente, el Zen disperso está saltando de una cosa a la otra. Obviamente, esto puede llevarte a tener la sensación de estar disperso, que es precisamente de lo que trata el Zen disperso.
Aunque reconozco el Zen o la meditación en la dispersión, no os recomiendo este tipo de práctica. Además, la mayoría ya somos expertos en este tipo de Zen: probemos algo diferente, algo más unidirigido y disfrutable.
Lo que recomiendo es que explores el Silencio, permitiéndolo todo y sin tomarte nada en serio, como camino al Zen. Te ayudará tener una práctica directa que facilite la danza al interior, a la “no-mente”, al Buda.
La práctica te ayudará si es directa, sencilla y evidente. Si no es sencilla, prueba algo diferente, mantente fiel al Zen de comprar zapatos o al Zen de los cupcakes.
El Zen Siendo Zen
¿Te resultaría sorprendente saber que el Zen ya está siendo Zen?
¿Te resultaría sorprendente saber que eres completamente irrelevante en la ecuación del juego de la iluminación?
¿Te resultaría sorprendente saber que al Zen no le importa si te conviertes en Zen o no?
No ver el Zen es el Zen de no ver. ¿Es inferior de algún modo al Zen de ver?
¿Qué o quién puede decir cual de los dos es mejor cuando el Zen es ambas cosas, cuando es ver y no ver? ¿Eres de los del Zen de ver o del Zen de no ver?
¿Quizás alternas entre el Zen de Ver y el Zen de no ver? ¿A quién le importa mientras disfrutes del Zen?
Cuando descubras qué eres, ¡te reirás!
Ríndelo todo hasta que quede una sola cosa. Mientras sigas teniendo una mente, no podrás comprender qué cosa es esa, así que todo lo que puedes hacer es seguir practicando. Aunque pueda decirte qué es esa única cosa que tienes que dejar ir, no la verás porque aun crees que eres esa cosa.
Esa cosa se llama mente. Esto es lo último que vemos antes de que el Zen comience a ser Zen. Lo cierto es que... ¡no hay mente! ¡Es un gozo inmenso!
El Zen Pensando Zen
El Zen es pensar, y el Zen es no pensar. ¿Dónde está la dificultad del Zen?
La práctica del Zen no detiene el pensamiento, pero permite que el Zen piense o no piense.
El Zen es buscar y encontrar. ¿Qué propósito tiene pensar en alejarse o en separarse del Zen cuando el Zen es todo lo que hay? ¿A dónde puede ir el pensar cuando sucede en el Zen? Lo divertido es que pensaremos acerca de esto: ¡Adelante! ¡Piensa sobre ello todo lo que quieras! ¿Qué obtienes pensando? ¡Piénsalo!
¿A qué te lleva pensar? ¿A dónde lleva al pensador o a la mente pensante? Efectivamente: a ningún lado. ¡Esto es todo! No existe otra alternativa, y sin embargo, nadie lo entiende. De hecho, la gente cree que pensar es alcanzar algo y que pensar les lleva a algún lado. Pensar no te lleva a ningún lado. Deja que te cuente un secreto que te hará reír: ¡Nadie ha llegado jamás a ningún lado! Todos son un océano infinito de amor, sacando su cabeza de ese océano para pensar en algo que les pueda traer más amor. Nadie ha abandonado el Zen del amor.
Lo único que sucede es que parece que el Zen hace que sucedan cosas en la vivacidad. Pensar es una de las apariencias del Zen. Sentarse es una apariencia, estar parado es una apariencia, y sentir es una apariencia. Todas las apariencias, incluyendo pensar, suceden sin una mente, dentro del océano de amor.
El Zen Haciendo Zen
¿Qué estás haciendo?
¿Qué hacemos nosotros cuando es el Zen el que hace? Si el resultado es Zen, ¿ qué hemos obtenido al hacerlo?
El Zen está ocupando haciendo algo o no haciendo nada. Todo es por el Zen de hacer.
Al abordar el silencio Zen cuando nos movemos y jugamos en el mundo, se vuelve evidente que lo
que se mueve es el Zen. La mente tiene los motivos, las intenciones y una dirección para hacer lo que “piensa” que tiene que hacer para alcanzar lo que quiere, y para ser, así, una mente feliz.
El Zen (sin mente) ya es feliz … El Zen es pura felicidad sin necesidad de que la mente haga nada para manufacturar el gozo. El Buda ya se está riendo, nuestro ser ya está disfrutando de la vida mientras nosotros prestamos atención a otras cosas. ¿Será esto un chiste cósmico?
¿Con qué propósito hacemos y actuamos desde este silencio Zen? ¿Qué podemos hacer para que este espacio Zen de quietud esté más completo y satisfecho?
Nada.
El gozo de esta quietud Zen está vivo en el propio acto de hacer. No le importa la forma. No importa el resultado final. Es un hacer sin forma, una danza extática.
El Zen qué importa el Zen
El Zen tiene una mente. El Zen no tiene mente. Qué importa.
¿Tienes una mente aparte del Zen? ¿Qué sucede con el Zen sin mente?
El Zen eterno Zen
Al final, el Zen se percibe como todo lo que hay. Una vez que lo vemos, el Zen se convierte en el principio que no tiene fin. Este es el Zen eterno Zen. En el Zen no hay ni tiempo ni espacio, éstos solo aparecen en él como una imagen en el espejo de la no‑mente.
El Buda es lo que somos cuando vemos este Zen de la no-mente. Se ve en la quietud, ausente de movimiento. Esta quietud es el núcleo de lo que somos y del camino hacia ello. Sólo se da un ver sin esfuerzo, el éxtasis de la vida danzando, lo cual es siempre así, incluso cuando estamos a miles de kilómetros de allí, inmersos en la “falsa” mente.
El Zen desconociendo el Zen
¿Es el Zen el arte de conocer o de no conocer? ¿O de ambas cosas?
¿Cómo puedes desconocer tu “ser”, a no ser que sea porque no eres lo que crees ser? Este es el Zen desconociendo la ilusión de lo que creemos ser. Si lo desconoces, estarás muy cerca.
El Zen es la pura subjetividad de todo lo que es. Cuando no hay más que pura subjetividad y una visión clara, ¿cómo podría algo llegar a conocer algo que está separado? Tanto el sujeto separado como el objeto separado no son nada sin la subjetividad genuina del Zen. Esto es el Zen fingiendo ser Zen.
Todo lo que el Zen puede “hacer” es desconocer aquello que no es real o que finge ser lo que no es. El Zen es desentrañar el misterio de lo que no es, para ver que lo único que siempre ha sido es el Zen conociendo el Zen.
Este Zen es absoluto y puro, sin nada separado que haya que conocer. ¿Qué conocimiento podría añadirse a la totalidad del conocimiento, que es la quietud de movimiento, o la no‑mente?
En esta no-mente, lo único que tenemos es un ser total e innegablemente extático. ¡Este es el Zen
de reírte a lo largo del camino hacia la libertad.
hace que sea, a la vez, profundo y carente de sentido. Si te fijas en el típico libro espiritual de esta categoría, verás que puedes encontrar el Zen de lo que sea que imagines. La lista no tiene fin:
El Zen de los cupcakes, El Zen de la tormenta de nieve, El Zen de esto y El Zen de lo otro. Y ¿por qué no? Zen es una palabra que suena muy bien. Así que se trata de una mirada a su realidad oculta que carece de significado. El Zen se puede aplicar a prácticamente todo. Es útil por la capacidad que tiene de señalar a la nada.
¿Por qué es importante la nada?
La nada es la fuente de todo bien. La nada es la fuente del éxtasis, del gozo y la paz. Es motivo suficiente para tratar de comprender el Zen. Jamás lo comprenderás, pero si ves lo desesperado de tu búsqueda, eso hará que la búsqueda, que carece de sentido, valga la pena. Todos para el Zen y el Zen para todos.
La profundidad del Zen está en que es, al mismo tiempo, todo y nada. El Zen es aquello que estamos buscando, sin importar la forma que tenga. Somos exploradores del Zen, aunque no nos hayamos afeitado la cabeza ni vivamos en un templo. Yo me he afeitado la cabeza, pero el único motivo es que mi cabello es tan fino que se ve ridículo si lo dejo crecer.
Con cada momento, con cada respiración, estamos en su núcleo, en una aventura Zen. Por supuesto, la mayoría de nosotros no percibe la vida así. Incluso algunos parecen estar completamente equivocados, sin embargo, eso es el Zen, fingiendo que está equivocado.
El Zen del Despertar se basa en la práctica de la exploración del Silencio, que se encuentra en la raíz del Zen.
Hay muchas tradiciones. La que practico yo es sumamente Zen, sin embargo, si te la encontraras por la calle, seguramente no la reconocerías como Zen. El motivo es que la imagen del Buda no se anuncia en el sentido tradicional.
A veces utilizo la imagen de Buda para representar el aspecto Zen de esta enseñanza, porque para mí Buda es el símbolo de ser Zen. Sin embargo, la imagen del Buda es sólo un anuncio. No es sacrílego, sino que apunta al corazón del Zen. “Para ver al Buda, tienes que matar al Buda” (su imagen, no al propio Buda): es la máxima aspiración de la búsqueda espiritual. Comenzamos y terminamos en el Zen, que se encuentra antes y después de la imagen del Buda.
En otras palabras, no hay nada más que Zen. No importa cómo enfoquemos este tema, ya que todo tiene que ver con el Zen, tal y como es. Eso es la Enseñanza del Uno.
En primer lugar, permíteme sincerarme. Tengo una historia profusa con el Zen, y he recibido entrenamiento intenso en permitir, en explorar el silencio y no tomarme las cosas en serio, sin embargo, no pienses, por favor, que soy Budista Zen. Sé que Paramananda suena a Budista, pero la experiencia que he tenido con el budismo me viene, más bien, de vidas anteriores, si es que crees en eso. Así que si me preguntas acerca del budismo, lo más probable es que mi respuesta sea “no lo sé”. Soy fan de Buda, pero no practico el budismo, por lo que no sé mucho acerca de la teoría o los tipos de prácticas budistas. He oído que la conciencia o plenitud mental está bien. Yo juego con el vacío mental o la no‑mente. Esto, además, es sencillo si tu punto de partida es uno con poca mente.
Yo practico el Zen de la nada. No pertenezco a ninguna escuela de Zen en el sentido formal, ni he pasado tiempo, por así decirlo, con los conocidos Maestros Zen que escribieron el “Libro” del Zen. Habiendo dicho esto, puedo decir que he pasado tiempo con grandes maestros del Zen, aunque rara vez mencionen el término Zen.
La riqueza de la tradición y el entrenamiento que ha continuado revelándose a sí misma está sólo en la exploración del silencio tal y como es. Claro que hay algunas formas externas relacionadas con la tradición, pero la propia tradición señala a través de todas ellas. Aquello a lo que apunta o señala, se llama Quietud o Silencio. Cuando jugamos con el silencio podemos ver el gozo, que es la esencia del Zen. Este es el Buda sonriente, el que jamás se toma nada en serio.
Explorar el Zen tiene que ver con saborear este silencio, sin pensar en él, y sin analizarlo. Pensar nos lleva a ser serios, y esto nos llevará a comer más cupcakes; aunque comer cupcakes también es Zen.
El mejor regalo, es un regalo vacío. Si crees que obtendrás algo de este artículo aparte del gozo del Zen, te pido disculpas, porque no tengo la intención de ofrecerte nada más que eso.
La práctica del Zen
Existen millones de tipos de prácticas y meditación. La meditación puede significar tantas cosas diferentes para diferentes personas, que es una locura. Cuando mencionas la meditación, esto puede evocar imágenes relacionadas con el esfuerzo, con tratar con todas tus fuerzas de parar la mente, con la posición del loto, y con cantar el Om. El objetivo de la meditación es ver la vida tal y como es, sin distorsiones.
¿Sabías que la mente Zen (la no-mente) ya está quieta? Ríe como el Buda porque no hay nada que tomarse en serio. Los pensamientos, las emociones, las ideas vienen y van, pero el vacío permanece inalterado, y puede que incluso esté disfrutando del espectáculo. ¿Te ha parecido alguna vez que el drama de otra persona es gracioso? Así es vivir como el Buda sonriente, porque toda la energía de tomarte tu mundo a pecho se ve como si fuera parte de la función de otro. Al silencio de espíritu le cuesta tomarnos en serio cuando observa el circo que tenemos en la cabeza.
En cierta medida, todo es una práctica Zen, incluso respirar es una práctica Zen. ¿Te llevará la práctica Zen de comprar y adquirir zapatos de última moda a despertar a tu naturaleza Zen? Probablemente no, pero ¡cruza los dedos si lo que te gusta son los zapatos!
Todo puede convertirse en una práctica Zen, sin embargo, tener una práctica como, por ejemplo, estar alerta o consciente resulta útil, ya que te da ese enfoque unidirigido hacia el Zen tal y como es. Si lo hacemos de otra forma, podemos caer en la práctica del Zen disperso. El Zen disperso es lo que la mayoría de la gente practica en este momento en el mundo. No estoy quitándole valor a esta práctica; tampoco estoy diciendo que no sea Zen: también es Zen.
El Zen disperso, es un Zen disperso y desenfocado. Se esparce sobre todas las cosas y objetos que el mundo nos ofrece. En este sentido, se puede decir que todos los que habitan el mundo están meditando en algo en este momento. La pregunta es: ¿En qué estás meditando tú?
En la mente, el Zen disperso está saltando de una cosa a la otra. Obviamente, esto puede llevarte a tener la sensación de estar disperso, que es precisamente de lo que trata el Zen disperso.
Aunque reconozco el Zen o la meditación en la dispersión, no os recomiendo este tipo de práctica. Además, la mayoría ya somos expertos en este tipo de Zen: probemos algo diferente, algo más unidirigido y disfrutable.
Lo que recomiendo es que explores el Silencio, permitiéndolo todo y sin tomarte nada en serio, como camino al Zen. Te ayudará tener una práctica directa que facilite la danza al interior, a la “no-mente”, al Buda.
La práctica te ayudará si es directa, sencilla y evidente. Si no es sencilla, prueba algo diferente, mantente fiel al Zen de comprar zapatos o al Zen de los cupcakes.
El Zen Siendo Zen
¿Te resultaría sorprendente saber que el Zen ya está siendo Zen?
¿Te resultaría sorprendente saber que eres completamente irrelevante en la ecuación del juego de la iluminación?
¿Te resultaría sorprendente saber que al Zen no le importa si te conviertes en Zen o no?
No ver el Zen es el Zen de no ver. ¿Es inferior de algún modo al Zen de ver?
¿Qué o quién puede decir cual de los dos es mejor cuando el Zen es ambas cosas, cuando es ver y no ver? ¿Eres de los del Zen de ver o del Zen de no ver?
¿Quizás alternas entre el Zen de Ver y el Zen de no ver? ¿A quién le importa mientras disfrutes del Zen?
Cuando descubras qué eres, ¡te reirás!
Ríndelo todo hasta que quede una sola cosa. Mientras sigas teniendo una mente, no podrás comprender qué cosa es esa, así que todo lo que puedes hacer es seguir practicando. Aunque pueda decirte qué es esa única cosa que tienes que dejar ir, no la verás porque aun crees que eres esa cosa.
Esa cosa se llama mente. Esto es lo último que vemos antes de que el Zen comience a ser Zen. Lo cierto es que... ¡no hay mente! ¡Es un gozo inmenso!
El Zen Pensando Zen
El Zen es pensar, y el Zen es no pensar. ¿Dónde está la dificultad del Zen?
La práctica del Zen no detiene el pensamiento, pero permite que el Zen piense o no piense.
El Zen es buscar y encontrar. ¿Qué propósito tiene pensar en alejarse o en separarse del Zen cuando el Zen es todo lo que hay? ¿A dónde puede ir el pensar cuando sucede en el Zen? Lo divertido es que pensaremos acerca de esto: ¡Adelante! ¡Piensa sobre ello todo lo que quieras! ¿Qué obtienes pensando? ¡Piénsalo!
¿A qué te lleva pensar? ¿A dónde lleva al pensador o a la mente pensante? Efectivamente: a ningún lado. ¡Esto es todo! No existe otra alternativa, y sin embargo, nadie lo entiende. De hecho, la gente cree que pensar es alcanzar algo y que pensar les lleva a algún lado. Pensar no te lleva a ningún lado. Deja que te cuente un secreto que te hará reír: ¡Nadie ha llegado jamás a ningún lado! Todos son un océano infinito de amor, sacando su cabeza de ese océano para pensar en algo que les pueda traer más amor. Nadie ha abandonado el Zen del amor.
Lo único que sucede es que parece que el Zen hace que sucedan cosas en la vivacidad. Pensar es una de las apariencias del Zen. Sentarse es una apariencia, estar parado es una apariencia, y sentir es una apariencia. Todas las apariencias, incluyendo pensar, suceden sin una mente, dentro del océano de amor.
El Zen Haciendo Zen
¿Qué estás haciendo?
¿Qué hacemos nosotros cuando es el Zen el que hace? Si el resultado es Zen, ¿ qué hemos obtenido al hacerlo?
El Zen está ocupando haciendo algo o no haciendo nada. Todo es por el Zen de hacer.
Al abordar el silencio Zen cuando nos movemos y jugamos en el mundo, se vuelve evidente que lo
que se mueve es el Zen. La mente tiene los motivos, las intenciones y una dirección para hacer lo que “piensa” que tiene que hacer para alcanzar lo que quiere, y para ser, así, una mente feliz.
El Zen (sin mente) ya es feliz … El Zen es pura felicidad sin necesidad de que la mente haga nada para manufacturar el gozo. El Buda ya se está riendo, nuestro ser ya está disfrutando de la vida mientras nosotros prestamos atención a otras cosas. ¿Será esto un chiste cósmico?
¿Con qué propósito hacemos y actuamos desde este silencio Zen? ¿Qué podemos hacer para que este espacio Zen de quietud esté más completo y satisfecho?
Nada.
El gozo de esta quietud Zen está vivo en el propio acto de hacer. No le importa la forma. No importa el resultado final. Es un hacer sin forma, una danza extática.
El Zen qué importa el Zen
El Zen tiene una mente. El Zen no tiene mente. Qué importa.
¿Tienes una mente aparte del Zen? ¿Qué sucede con el Zen sin mente?
El Zen eterno Zen
Al final, el Zen se percibe como todo lo que hay. Una vez que lo vemos, el Zen se convierte en el principio que no tiene fin. Este es el Zen eterno Zen. En el Zen no hay ni tiempo ni espacio, éstos solo aparecen en él como una imagen en el espejo de la no‑mente.
El Buda es lo que somos cuando vemos este Zen de la no-mente. Se ve en la quietud, ausente de movimiento. Esta quietud es el núcleo de lo que somos y del camino hacia ello. Sólo se da un ver sin esfuerzo, el éxtasis de la vida danzando, lo cual es siempre así, incluso cuando estamos a miles de kilómetros de allí, inmersos en la “falsa” mente.
El Zen desconociendo el Zen
¿Es el Zen el arte de conocer o de no conocer? ¿O de ambas cosas?
¿Cómo puedes desconocer tu “ser”, a no ser que sea porque no eres lo que crees ser? Este es el Zen desconociendo la ilusión de lo que creemos ser. Si lo desconoces, estarás muy cerca.
El Zen es la pura subjetividad de todo lo que es. Cuando no hay más que pura subjetividad y una visión clara, ¿cómo podría algo llegar a conocer algo que está separado? Tanto el sujeto separado como el objeto separado no son nada sin la subjetividad genuina del Zen. Esto es el Zen fingiendo ser Zen.
Todo lo que el Zen puede “hacer” es desconocer aquello que no es real o que finge ser lo que no es. El Zen es desentrañar el misterio de lo que no es, para ver que lo único que siempre ha sido es el Zen conociendo el Zen.
Este Zen es absoluto y puro, sin nada separado que haya que conocer. ¿Qué conocimiento podría añadirse a la totalidad del conocimiento, que es la quietud de movimiento, o la no‑mente?
En esta no-mente, lo único que tenemos es un ser total e innegablemente extático. ¡Este es el Zen
de reírte a lo largo del camino hacia la libertad.